El 10 de junio de 1971, hace exactamente 54 años, sucedió el terrible evento conocido como el Halconazo. El gobierno de Luis Echeverría reprimió violentamente una nutrida manifestación estudiantil en las inmediaciones del Casco de Santo Tomás, cerca de la Unidad Profesional “Lázaro Cárdenas” del Instituto Politécnico Nacional, donde los estudiantes de diversas universidades se habían dado cita para exigir la autonomía y democratización de las universidades públicas, así como para expresar su rechazo al régimen del PRI.
1968: una herida abierta
Los hechos del 2 de octubre de 1968 habían dejado en la comunidad universitaria una huella imborrable. Para 1971, a solo tres años, la herida seguía abierta. La presidencia de Luis Echeverría Álvarez, uno de los principales responsables junto con Díaz Ordaz de la masacre de Tlatelolco, no había venido sino a exacerbar el sentimiento. Por supuesto, los jóvenes no se habían dejado intimidar, y tres años después de la Plaza de las Tres Culturas, las calles seguían llenas y se habían obtenido las autonomías de varias universidades públicas del país, entre ellas, la de la Universidad Autónoma de Nuevo Léon.
No obstante, las autoridades de Nuevo León negaron la autonomía de la Universidad y el Congreso del estado redujo drásticamente el presupuesto de la casa de estudios, lo que derivó en un llamado, por parte de los estudiantes de la UANL, a la comunidad universitaria del país, para que saliera a las calles en rechazo de tales acciones de gobierno y en defensa de la autonomía.
Los Halcones: un grupo paramilitar entrenado por EEUU
El 10 de junio de 1971, y habiéndose citado cerca del Casco de Santo Tomás, el contingente estudiantil fue avanzando hacia la Calzada México-Tacuba, donde fueron interceptados por “Los Halcones”, un grupo paramilitar integrado por elementos de la policía y del ejército, especializado en la neutralización de manifestaciones, y entrenado, según refiere Daniel Librado Luna del INEHRM, por el gobierno de México, a través de la Dirección Federal de Seguridad, y por el de Estados Unidos, a través de la CIA.
Dado que algunos elementos de “Los Halcones” se habían infiltrado en el contingente estudiantil, no pasó mucho tiempo para que el resto de la brigada paramilitar llegara en camiones y camionetas y comenzara a reprimir violentamente. Desde distintos puntos de la calle, incluso desde el metro Normal, se abrió fuego contra los jóvenes. Algunos, los que pudieron, se refugiaron en la Normal o en casas de vecinos de la zona. El saldo, según la CNDH, fue de 40 personas fallecidas y más de 200 heridos.
Por supuesto, la prensa no comunicó absolutamente nada, y los medios que lo hicieron, trataron la matanza como una supuesta riña entre grupos universitarios, o acusaron a los estudiantes de ser agitadores que buscaban romper el clima de cordialidad del país.
Una disculpa de Estado para un crimen de Estado
Pasó medio siglo para que el 10 de junio de 2021, en el 50 aniversario de la Matanza del Jueves de Corpus, un presidente de la república, en este caso, Andrés Manuel López Obrador, pidiera perdón a nombre del Estado mexicano por la brutal represión durante el Halconazo. Desde su conferencia matutina, AMLO se comprometió a la no repetición, y pidió que “nunca más se reprima a quienes protestan”.
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