Gonzalo Ballesteros
Hace dos semanas nos despertamos con un conflicto nuevo/viejo, Israel atacando a Irán, encima de dos conflictos globalmente conocidos: Rusia-Ucrania-OTAN e Israel masacrando a palestinos en la Franja de Gaza.
El mayor argumento que respaldó el primer ataque de Israel contra Irán fue que su sistema de inteligencia, acción encubierta y espionaje, Mossad, logró encontrar objetivos importantes para atacar, después de meses de esfuerzos para producir información y destruir objetivos estratégicos de Irán desde adentro y de manera sorpresiva, incluidos altos mandos militares y científicos. A esto, Trump había iniciado negociaciones diplomáticas para debatir sobre el programa de enriquecimiento de uranio por parte de Irán y conocer si el enriquecimiento sería utilizado para conformar una bomba nuclear.
Ante el sorpresivo ataque de Israel, Trump subió a su cuenta en Truth Social, un plazo de tiempo para la negociación con Irán, y expresó que él no permitiría que Irán tuviese un arma nuclear. El mundo tomó a Trump como el especulativo negociador a su propio estilo informal.
Pero el 7 de junio, la televisión iraní informó a su población que su sistema de espionaje logró obtener información y documentos sobre la carrera nuclear de Israel y quizá esto fue lo que puso en mayor alerta a Israel después de meses y meses de aniquilación de civiles en la Franja de Gaza y ataques hacia el Líbano.
En cuanto la actividad de mensajes de Donald Trump incrementó con intenciones de presionar a Irán para indicar negociaciones en materia nuclear, el mundo supo que el conflicto podría escalar a algo más grande. Su participación debería ser decisoria ya que Israel nunca podría atravesar con sus misiles las decenas de metros bajo tierra de instalaciones de enriquecimiento de uranio, las centrifugadoras.
El jefe de la Casa Blanca con una actitud fanfarrona, amenazadora y arrogante abandonó la reunión del G7 en Canadá para dirigirse a Washington y reunirse con su equipo de seguridad y analizar la estrategia a seguir. Los líderes mundiales quedaron como unos completos buenos para nada y solo contemplaron el carácter de su homólogo sin mover un solo dedo. El mundo refugió su mirada en una sola voz: Trump.
Con dos semanas anunciadas por el presidente estadounidense para tomar una decisión, se sintió el primer misil de la incertidumbre y confusión en el mundo; la negación de la participación de Estados Unidos al conflicto y la ridiculización por entender que muchas veces en su administración pasada, Trump, hacía mucho ruido, pero pocas nueces. En sus mensajes no olvidó presumir su armamento y capacidad –mensaje claro para otros contrincantes globales. Un par de días después, el ejército de Estados Unidos bombardeó con gran rapidez las instalaciones conocidas de enriquecimiento de uranio en Irán y le dijo al mundo: no estoy jugando.
Irán respondió con un ataque a una base estadunidense en Qatar sin ni una sola muerte. Ese acto se tomó por los analistas internacionales como un premio de consolación para la población iraní, más allá de ser un ataque estratégico. Y con esto el conflicto disminuyó y ahora se espera una posible relajación de las tensiones entre Irán e Israel.
Y la gran pregunta es ¿Estuvimos ante el comienzo de la Tercera Guerra Mundial? No, y no existiera un comienzo como tal porque es muy posible que ya estemos en ella.
Desde la “Operación Tormenta del Desierto” en 1990 en el Golfo Pérsico, hasta hoy, hemos visto decenas de conflictos con uso de armamento pesado. No olvidemos que en la invasión a Irak y Afganistán, cuando se pudo televisar en tiempo real los bombardeos y ver caer ciudades legendarias, se normalizó la presencia abierta de miles de soldados estadounidenses en Medio Oriente. Presenciamos los asesinatos de Muamar al-Gadafi y Sadam Huseín.
Sin duda, la más reciente guerra, Ucrania-Rusia, nos revela lo mórbido que ha sido vivir nuestras vidas sabiendo que en algún lugar de mundo hay tanques alemanes cruzando a Ucrania, drones británicos explotando cerca de algún refugio de soldados rusos, o mercenarios de América Latina disparando desde las ruinas de una casa. Una población entera está siendo borrada del mapa en la Franja de Gaza, sin olvidar las bases militares de las grandes potencias en todo el mundo y su trabajo de espionaje 24/7.
La Comunidad Internacional y las instituciones que sostienen este mundo no han servido para nada, el Consejo de Seguridad de las Nacionales Unidas es obsoleto y se normaliza el uso de la fuerza, sin restricciones ni contrapesos. En sí, de lo que se trata hoy, es que las guerras se mundializaron, o sea, las guerras regionales frecuentemente se esparcirán con total normalidad sobre un mundo disociado ante la violencia. Tal y como se mundializó alguna red social.
Posdata
Qué buen momento para mostrar poder militar cuando hace unas horas, Trump obligó a sus homólogos europeos incrementar un 5% de gasto para presupuesto de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN). “Si quieren seguridad, páguensela, si no, ya saben que puedo hacer lo que se me pegue la gana (MADE IN AMERICA)”.
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